Amanecer en Santiago

Ayer fui al aeropuerto a dejar a un tío que regresaba a Estados Unidos, país donde vive hace más de veinte años. Debía presentarse a las 5.00 AM, por lo que a las 4.30, ya íbamos raudos recorriendo calles hacia nuestro destino.  ¡Qué maravilla de ciudad! A esa hora no circulaba ni un humano, los semáforos, no solo estaban en verde, te hacían reverencias cuando pasabas, y otros más osados hasta te guiñaban un ojo, cómplices de tu despejado camino. La Luna llena era sin duda la dueña absoluta de la noche.

A mi regreso fui testigo de la primera luz del día, que dibujaba los contornos de una imponente cordillera, y daba paso a los colores tenues del amanecer, todo esto bajo la atenta mirada de ella, la Luna, que contemplaba serena la belleza del paisaje.  Mientras disfrutaba de mi entorno, recordé aquel refrán que dice: “A quién madruga Dios lo ayuda”, entonces pensé que tal vez esto se aplique al campo, porque a decir verdad, en la ciudad esto sirve de bien poco.

Al alba en Santiago city, no despiertan ni los pájaros, por lo tanto a pesar de tener toda la intención de hacer algo productivo por la vida, a esa hora, no conseguiría beneficio alguno. No me quedó otra alternativa que volver a mi casa, que por cierto ni Marvin, mi perro, se dio por aludido que había regresado, sólo de lejos sentía la dulce y enigmática voz de mi cama que me llamaba, no pude resistirme y caí rendida a su invitación.

Horas después, vuelvo a recordar el refrán mencionado y me pregunto ¿cuántos refranes y dichos uno ha repetido convencido durante su vida y no son ciertos?…Porque a decir verdad nosotros lidiamos con el engaño desde temprana edad. ¿Quién no fue engañado con un “abre la boca, aquí viene un avión, y se trataba de una cuchara con papilla?”. O se te olvidó que te convencieron que los “ratoncitos” estaban interesados en tus dientes y a cambio te daban monedas de chocolates? ¿Cuántas veces te amenazaron que si mentías te crecería la nariz como a Pinocho? O te obligaban a comer espinacas, ilusionándote que serías fuerte como Popeye? Trucos, manipulaciones, no lo sé, pero cada vez es más difícil aplicar estas artimañas con los niños de hoy.

Yo, puedo dar fe de ello con Ignacio, mi hijo menor, que ponía permanentemente mi paciencia a prueba con sus respuestas y explicaciones para todo. Les voy a transcribir lo que encontré escrito en una libreta antigua. Esta fue una recomendación que me hizo mi abuela cuando mis niños eran chicos, me dijo que antes de perder la paciencia escribiera. Para ser sincera, la verdad es que la paciencia la perdía igual, simplemente creo que escribía para dejar constancia de las razones que me iban haciendo perder la cordura:

“Hoy Ignacio puso a prueba mi paciencia una vez más, y debo reconocer que tiene ya casi cuatro años de edad y sabe cómo enloquecerme. Con una naturalidad increíble, es capaz de responderme todo. Lograr que se tome un remedio es una verdadera tragedia, para lo cual recurro a todo mi ingenio intentando hacerlo cambiar de parecer. Hoy, definitivamente, no lo logré. Tuve un dialogo con él, y fue más o menos así…:

-Si te tomas el jarabe, vas a poder volver al jardín a jugar con tus amigos
-Yo no quiero volver al jardín…..yo lo paso bien en mi casa.
-Tómate el jarabe y podemos salir el fin de semana a pasear, tal vez podemos ir al parque, a los juegos.
-¡Pero para qué!, si ya conozco el parque y los juegos.
-Entonces, tómate el remedio y podemos salir en un rato a pasear.
-¡Es que no vez mamá! No hay sol, cuando el día esta feo, hace frío para pasear.
-Ya que no quieres el jarabe y si te gusta el yogurt, lo vamos a mezclar y te vas a comer una cucharada por el Kingsy ( el perro de mi papá), pobre él, debe tener hambre.
-Es que no sabes que es el Tata quien le da la comida al Kingsy, ¿cómo vas a saber que tiene hambre, él está en la oficina?
-Estoy perdiendo la paciencia contigo. Toma el jarabe de una vez y así en la noche podrás bajar a dormir con el papá a su cama.
-Me mira casi incrédulo y me dice: mamá yo ahora soy grande y duermo solo.
-¡Me tienes enferma, no doy más! Si no tomas los remedios no te vas a mejorar nunca.
-Ahora no me quiero mejorar; pero mañana despertaré muy bien, no te preocupes, me abraza con sus manitos, en forma casi maternal y con mucha pena me dice “ya vamos a estar bien los dos mamá y volveremos a ser felices”…….

Tal vez si no hubiera pasado por tanta presión en la educación de mis niños, ahora no tendría la libertad de poder disfrutar tanto de un amanecer, ni de cuestionarme un simple refrán. Podría decir:
Soy quién soy ahora, gracias a lo que he vivido.
¿Qué tal?, esa sí que salió profunda.

Comentarios

comentarios

2 Comentarios

  1. celia said:

    Querida me alegro mucho que estés de vuelta y mejor aún te hayas acordado de mí !! Felicitaciones por tu trabajo ,ya sabes que eres mi idola!!Cariños.

    Agosto 18, 2016
    Reply
    • Mari said:

      Gracias Celia por tu cariñoso mensaje, perdona la demora en responderlo, pero había quedadodo rezagado. Mil gracias por tu apoyo
      Muchos cariños

      Septiembre 27, 2016
      Reply

Responder a Mari Cancelar respuesta

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *