Enero en Santiago

Enero en Santiago no es más que una forma diferente de veranear, siempre y cuando sea “veraneo”, es decir estar en “modo relajo”. Al llegar de vacaciones a cualquier lugar, tú adoptas una forma de ver las cosas mucho más relajada, positivas, sin apuros, y con ganas de disfrutar, lo que sea, cualquier cosa sirve, te paseas por la vida, porque sabes que tienes tiempo y eres feliz.

Ahora, quedarte en Santiago en Enero y continuar con tus actividades, trabajando como cualquier mortal, puede llegar a ser francamente insoportable. A menos que para evitar frustraciones, decidas; “hacer como sí, estuvieras de vacaciones”…

Si bien es cierto el flujo vehicular baja considerablemente en estos meses, por lo que las calles debieran estar bastante más agradables y ausentes de toda congestión. Sin embargo, esto es falso; no existe avenida, vías o callejón en el cual no estén reparando, o pavimentando. Grandes camiones se desplazan, con diferentes señaléticas y trabajadores que obstruyen las calles, impidiendo el paso, lo que da lugar a enormes tacos.

Ir de compras a las grandes tiendas de la ciudad, puede llegar a ser un sueño, si las encuentras desocupadas y para ti sola. El problema es cuando no encuentras un humano en todo el local para que te atienda, o te informe un precio, y al preguntar te dicen “lo que pasa es que estamos con la mitad del personal, el resto, de vacaciones”.

Al menos te puedes dar el lujo de ir al supermercado y recorrer los pasillos con velocidad crucero, lanzando al carro con desplante y gracia, mientras le haces un tics a la lista en tiempo record. Todo parece fluir, hasta que llegas a la caja. Es ahí cuando tomas conciencia y recuerdas que es Enero. La mayoría de las cajeras de planta están de vacaciones, por lo que es casi un hecho que tengas la suerte que quien te atienda sea suplente, sin mucha práctica, lenta, que se equivoca al digitar los precios, y cada cierto rato toca un timbre para pedirle apoyo a la jefa y solicitar asistencia. Resultado, todo el tiempo ganado en escoger con rapidez tu mercadería, se te va en la ineficiencia de una persona.

Sigo mi recorrido hasta llegar a la tintorería, donde me atienden amable y reciben la ropa.

¡No lo puedo creer!…. ¿Cómo es posible que no tengan listos mis vestidos sino hasta dos semanas más? “Así es no más, no ve que estamos trabajando a media máquina por falta de personal”.

Luego de este último traspié, decido que necesito regalarme un tiempo para mí, así es que sin pensarlo mucho me dirijo a la peluquería, después de todo Enero, sí debe ser favorable, porque mucha de la clientela debe estar fuera. Fantástico, cero problema de estacionamiento, así es que me dirijo optimista al salón.

¡No puede ser!…Todo cerrado y un cartel que dice: “No se atiende los Miércoles, por horario de verano”. Todo esto, con 40° de calor a la sombra, y llamas que te abrazan con pasión y vehemencia desde el pavimento, sin tregua.

Después de chocar de frente con la realidad y aunque mi optimismo innato se niegue a reconocer que este mes en Santiago es fatal, no me queda otra que tener un cambio de actitud frente a la adversidad, para poder resistir Enero en Santiago dignamente.

Decido “hacer como si estuviera de vacaciones” y tomar las cosas en forma más relajada, sin ir contra la corriente y permitir que las cosas fluyan, enfrentar la vida con más calma y perspectiva.

Precisamente este cambio de actitud y de convertirme casi una chica zen, es la consecuencia de no haber publicado la “Bitácora de Mari” el día viernes como es lo habitual.

Ahora no sé si la “Revista Hoy en Santiago” tenga flexibilidad para aceptar esta teoría y me publique el artículo al día siguiente, claramente ese no fue el acuerdo entre las partes.

Mis vacaciones serían en el mes de Febrero y esto de “hacer como sí “, .no sé si les guste tanto como a mí.
En todo caso si están leyendo esto, está claro que lo aceptaron y se los agradezco porque la comunicación con ustedes, no tiene precio.

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